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Jordi Freixas Cortés (1917-1984) - La caseta blanca (Tiana)
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Jordi Freixas Cortés (1917-1984) - La caseta blanca (Tiana)

La obra va firmada en la parte inferior "j. Freixas cortes" En la parte trasera va titulado Se presenta enmarcada la pintura El estado de la obra es bueno Medidas obra: 22 x 35 cm. Medidas obra enmarcada: 46 x 59 cm. :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: Biografía del artista Jordi Freixas Cortés nació en Barcelona el 21 de abril de 1917, una fecha clave para la historia de cataluña y, no menos significativamente, para la de la europa contemporánea. Este fue también el año de la muerte de enric prat de la riba, hito que señala el fin del noucentrisme; y sobre todo fue el del estallido de la revolución rusa, un acontecimiento que cambió el mundo y que marca un punto de inflexión para el arte y la cultura al potenciar el desarrollo del sistema de vanguardias. Fue un pintor de la "generación perdida", como la denominó el crítico rafael santos torroella refiriéndose a su propia quinta: la de los hombres y mujeres a los cuales la guerra civil y la immediata segunda guerra mundial truncaron la juventud por la mitad. Formado en la escuela de la llotja y, posteriormente, con francesc labarta, pedagogo insigne y mentor de numerosas promociones de artistas jóvenes, freixas cortés fué compañero de tribulaciones del acuarelista joan llaverias, de los pintores josep mª mallol suazo, joan palet, lluís pallarès y xavier blanch, del historiador del arte enric jardí, personajes todos nacidos a mediados de la segunda década del siglo xx. Los artistas catalanes que vinieron al mundo en aquel lapso de tiempo no pudieron hacer la inexcusable estancia en parís hasta una fecha relativamente tardía, en el caso de freixas cortés hasta 1949, a la edad de de treinta y dos años.Fue entonces cuando, en plena festación del informalismo y de las corrientes abstractas de la postguerra, pudo al fin conocer de primera mano la potente tradición moderna de la pintura francesa (sisley, pissarro, seurat, bonnard, matisse). En la ciudad del sena el joven pintor barcelonés también debió conocer muy de cerca las aportaciones de los pintores figurativos que siguieron en la estela de los mencionados maestros, en particular los exponentes de la llamada réalité poétique (roland oudot, jules cavaillès, terechkovitch, etc.). La experiencia parisiense de más de dos años de duración y una estancia posterior en roma, así como las exposiciones en parís, bruselas, caracas, méxico, etc., confirieron al pintor un carácter cosmopolita, aquel refinamiento discretamente afrancesado que a menudo encontramos en los grandes maestros de la escuela catalana (casas, rusiñol, anglada, sunyer). Especialmente decisivo para freixas cortés fue el legado artístico de pierre bonnard. La posibilidad de acceder in situ a los cuadros del pintor normando decantaron definitivamente su obra hacia el color, hacia la concepción del color como herramienta principal de la expresión pictórica. La paleta más contenida y afinada en grises de su producción inicial de paisajista dejó paso a una pintura presidida por el estudio de las gamas cromáticas, de los contrastes entre amplias masas de tonos cálidos y tonos fríos, de su potencial de vibración armónica. Unas elegantes composiciones de naturaleza muerta en interiores y una prolifica producción de temas de jardines ambientados en tiana enriquicieron progresivamente la práctica habitual del paisaje urbano de barcelona, parís y otras ciudades, junto con las marinas memorables que pintó en port de la selva y en otros lugares. Estas naturalezas muertas de la primera madurez de freixas tienen un inequívoco sabor proustiano, un estrecho parentesco con el bonnard nabis y el vuillard más intimista. Sin embargo, son obras perfectamente originales y ajenas a toda veleidad imitativa. Más todavía, marcan la pauta y anuncian un cambio importante en su trayectoria. Desde finales de los años cincuenta y durante al década siguiente, freixas cortés realizó varias series de obras de un estilo más sintético, simplificando geométricamente las formas y reduciendo el color a tintas planas. En 1962, con motivo de una exposición en barcelona, el gran crítico y pintor egarense rafael benet constató este viraje estilístico acaecido tras su periplo por parís y roma. Si el impresionismo de claude monet "vió" en "la cosa en sí" un mundo fabuloso de luz y de color, no es extraño que j. Freixas cortés busque este equilibrio difícil, inestable que necesita el arte para vivir, para encaminarse hacia lo fabuloso, hacia lo irreal. Benet se refiere aquí a una dualidad de la obra de freixas que comenzó a manifestarse públicamente en 1958 a raíz de su exposición individual en bruselas. Al lado de estas obras más sintéticas, más estilizadas, más abstractas, exponía otras de una factura postimpresionista más moderada y ligada a su priducción anterior. Con frecuencia el mismo motivo paisajístico era objeto de una interpretación naturalista y otra más libre y simplificada. Una dualidad que, al fin y al cabo, no supone necesariamente una disociación sino la práctica de dos modalidades complementarias. La antítesis se resolvió felizmente en una nueva síntesis. Su pintura se benefició de una concepción más actual, más original y propia del artista, más expresiva y audaz en la utilización del lenguaje pictórico y especialmente de los recursos cromáticos. A la postre la experiencia no supuso un cambio radical pero señaló el inicio de una madurez espléndida. El instinto colorista del pintor estalla con toda su fuerza. Freixas cortés se entrega a una verdadera orgía de estímulos visuales. Sus cuadros se convierten en una apoteosis del color yde la luz. Vivida la pintura como un instante de gozo irrepetible, el temblor de cada pincelada se traslada al lienzo con un virtuosismo suave nada grandilocuente ni efectista. En 1984 aquella plenitud gozosa se vio truncada súbitamente por la muerte del pintor, cuando disfrutaba de uno de los momentos más fecundos de su vida artística. El aliento poético, el lirismo a flor de piel que havia observado rafael benet en freixas en 1962 dió título a su presentación: justificación y elogio de la actitud lírica de j. Freixas cortés. Un lirismo pictórico y no literario, una capacidad de gozar y hacer gozar del esplendor de la naturaleza y de la vida con la cual benet se identificaba de buena gana tanto en la vertiente crítica como en la creativa, un valor al que freixas no quiso renunciar a pesar de las dudas. Un valor que no ha dejado de ser, visto desde la perspectiva actual, el rasgo esencial de su obra contemplada globalmente. El legado inestimable de un buen pintor, de un artista honesto, de un creador que se consideraba un eterno aprendiz con la modestia proverbial de los maestros de verdad.

N.º 85473029

Vendido
Jordi Freixas Cortés (1917-1984) - La caseta blanca (Tiana)

Jordi Freixas Cortés (1917-1984) - La caseta blanca (Tiana)

La obra va firmada en la parte inferior "j. Freixas cortes"
En la parte trasera va titulado
Se presenta enmarcada la pintura
El estado de la obra es bueno
Medidas obra: 22 x 35 cm.
Medidas obra enmarcada: 46 x 59 cm.

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Biografía del artista

Jordi Freixas Cortés nació en Barcelona el 21 de abril de 1917, una fecha clave para la historia de cataluña y, no menos significativamente, para la de la europa contemporánea. Este fue también el año de la muerte de enric prat de la riba, hito que señala el fin del noucentrisme; y sobre todo fue el del estallido de la revolución rusa, un acontecimiento que cambió el mundo y que marca un punto de inflexión para el arte y la cultura al potenciar el desarrollo del sistema de vanguardias.

Fue un pintor de la "generación perdida", como la denominó el crítico rafael santos torroella refiriéndose a su propia quinta: la de los hombres y mujeres a los cuales la guerra civil y la immediata segunda guerra mundial truncaron la juventud por la mitad. Formado en la escuela de la llotja y, posteriormente, con francesc labarta, pedagogo insigne y mentor de numerosas promociones de artistas jóvenes, freixas cortés fué compañero de tribulaciones del acuarelista joan llaverias, de los pintores josep mª mallol suazo, joan palet, lluís pallarès y xavier blanch, del historiador del arte enric jardí, personajes todos nacidos a mediados de la segunda década del siglo xx.

Los artistas catalanes que vinieron al mundo en aquel lapso de tiempo no pudieron hacer la inexcusable estancia en parís hasta una fecha relativamente tardía, en el caso de freixas cortés hasta 1949, a la edad de de treinta y dos años.Fue entonces cuando, en plena festación del informalismo y de las corrientes abstractas de la postguerra, pudo al fin conocer de primera mano la potente tradición moderna de la pintura francesa (sisley, pissarro, seurat, bonnard, matisse). En la ciudad del sena el joven pintor barcelonés también debió conocer muy de cerca las aportaciones de los pintores figurativos que siguieron en la estela de los mencionados maestros, en particular los exponentes de la llamada réalité poétique (roland oudot, jules cavaillès, terechkovitch, etc.).

La experiencia parisiense de más de dos años de duración y una estancia posterior en roma, así como las exposiciones en parís, bruselas, caracas, méxico, etc., confirieron al pintor un carácter cosmopolita, aquel refinamiento discretamente afrancesado que a menudo encontramos en los grandes maestros de la escuela catalana (casas, rusiñol, anglada, sunyer). Especialmente decisivo para freixas cortés fue el legado artístico de pierre bonnard. La posibilidad de acceder in situ a los cuadros del pintor normando decantaron definitivamente su obra hacia el color, hacia la concepción del color como herramienta principal de la expresión pictórica. La paleta más contenida y afinada en grises de su producción inicial de paisajista dejó paso a una pintura presidida por el estudio de las gamas cromáticas, de los contrastes entre amplias masas de tonos cálidos y tonos fríos, de su potencial de vibración armónica.

Unas elegantes composiciones de naturaleza muerta en interiores y una prolifica producción de temas de jardines ambientados en tiana enriquicieron progresivamente la práctica habitual del paisaje urbano de barcelona, parís y otras ciudades, junto con las marinas memorables que pintó en port de la selva y en otros lugares. Estas naturalezas muertas de la primera madurez de freixas tienen un inequívoco sabor proustiano, un estrecho parentesco con el bonnard nabis y el vuillard más intimista. Sin embargo, son obras perfectamente originales y ajenas a toda veleidad imitativa. Más todavía, marcan la pauta y anuncian un cambio importante en su trayectoria. Desde finales de los años cincuenta y durante al década siguiente, freixas cortés realizó varias series de obras de un estilo más sintético, simplificando geométricamente las formas y reduciendo el color a tintas planas. En 1962, con motivo de una exposición en barcelona, el gran crítico y pintor egarense rafael benet constató este viraje estilístico acaecido tras su periplo por parís y roma.

Si el impresionismo de claude monet "vió" en "la cosa en sí" un mundo fabuloso de luz y de color, no es extraño que j. Freixas cortés busque este equilibrio difícil, inestable que necesita el arte para vivir, para encaminarse hacia lo fabuloso, hacia lo irreal.

Benet se refiere aquí a una dualidad de la obra de freixas que comenzó a manifestarse públicamente en 1958 a raíz de su exposición individual en bruselas. Al lado de estas obras más sintéticas, más estilizadas, más abstractas, exponía otras de una factura postimpresionista más moderada y ligada a su priducción anterior. Con frecuencia el mismo motivo paisajístico era objeto de una interpretación naturalista y otra más libre y simplificada. Una dualidad que, al fin y al cabo, no supone necesariamente una disociación sino la práctica de dos modalidades complementarias.

La antítesis se resolvió felizmente en una nueva síntesis. Su pintura se benefició de una concepción más actual, más original y propia del artista, más expresiva y audaz en la utilización del lenguaje pictórico y especialmente de los recursos cromáticos. A la postre la experiencia no supuso un cambio radical pero señaló el inicio de una madurez espléndida. El instinto colorista del pintor estalla con toda su fuerza. Freixas cortés se entrega a una verdadera orgía de estímulos visuales. Sus cuadros se convierten en una apoteosis del color yde la luz. Vivida la pintura como un instante de gozo irrepetible, el temblor de cada pincelada se traslada al lienzo con un virtuosismo suave nada grandilocuente ni efectista.

En 1984 aquella plenitud gozosa se vio truncada súbitamente por la muerte del pintor, cuando disfrutaba de uno de los momentos más fecundos de su vida artística. El aliento poético, el lirismo a flor de piel que havia observado rafael benet en freixas en 1962 dió título a su presentación: justificación y elogio de la actitud lírica de j. Freixas cortés. Un lirismo pictórico y no literario, una capacidad de gozar y hacer gozar del esplendor de la naturaleza y de la vida con la cual benet se identificaba de buena gana tanto en la vertiente crítica como en la creativa, un valor al que freixas no quiso renunciar a pesar de las dudas. Un valor que no ha dejado de ser, visto desde la perspectiva actual, el rasgo esencial de su obra contemplada globalmente. El legado inestimable de un buen pintor, de un artista honesto, de un creador que se consideraba un eterno aprendiz con la modestia proverbial de los maestros de verdad.

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