Cubierta litográfica original del artista español Joan Miró (*). Editada por Sala Gaspar, bajo la supervisión de Joan Miró. Especificaciones: Dimensiones: 31.5 x 46 cm Año: 1964 Estado: Muy Bueno (Presenta doblez central lógicamente y ligero amarillimeinto general, por su edad. Con todo, esta obra nunca ha sido enmarcada ni expuesta, y siempre conservada en carpeta profesional de arte, por lo que se conserva en muy buen estado). Procedencia: Colección Particular. La obra será cuidadosamente manipulada y empaquetada en paquete de cartón reforzado. El envío será certificado con número de seguimiento. El envío incluirá además seguro de transporte por el valor final de la obra con reembolso completo en caso de pérdida o daño, sin coste para el comprador. (*) Joan Miró (1893-1983) nació en Barcelona, donde creció y comenzó sus estudios artísticos. Fue a la academia La Llotja en contra de la voluntad de sus padres, que querían que él trabajara de una manera más tradicional. Más tarde estudió en la Escola d'Art de Francesc Galí y conoció a los fauves y los cubistas. Sus paisajes emocionales, los que lo formarán como persona y artista, son esencialmente Mont-roig, París, Mallorca y más adelante Nueva York y Japón. Mont-roig, una pequeña población de la comarca del Baix Camp, será el contrapunto a la agitación intelectual que vive en París, donde se mudó en los años veinte junto a los poetas surrealistas y los artistas más creativos de su tiempo. Allí Llegó a conocer a Arp, Magritte, Brancusi y Giacometti y expuso junto con Dalí, Tanguy, Meret Oppenheim y Max Ernst en varias exposiciones sobre Dadaísmo y Surrealismo. Ell estímulo del expresionismo abstracto lo descubre en Nueva York en los años cuarenta. Más tarde, en 1956, en plena Segunda Guerra Mundial, Joan Miró abandonará su exilio en Francia y se instalará en Palma de Mallorca, espacio de refugio y de trabajo, donde su amigo Josep Lluís Sert diseñará el taller que siempre había soñado. Allí se centró en el trabajo de esculturas y cerámicas, hasta su muerte en 1983. El arraigo al paisaje de Mont-roig primero y al de Mallorca después será determinante en su obra. El vínculo con la tierra y el interés por los objetos cotidianos y por el entorno natural serán el trasfondo de algunas de sus investigaciones técnicas y formales. Miró huye del academicismo, a la búsqueda constante de una obra global y pura, no adscrita a ningún movimiento determinado. Contenido en las formas y en las manifestaciones públicas, es a través del hecho plástico donde Joan Miró muestra su rebeldía y una gran sensibilidad por los acontecimientos políticos y sociales que lo rodean. Este contraste de fuerzas le llevará a crear un lenguaje único y personalísimo que lo sitúa como uno de los artistas más influyentes del siglo XX.