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Visualizza traduzioneFernando Labrada (1888-1977) - Arboleda
N. 85681423
Labrada Martín, Fernando. Periana (Málaga), 8.IX.1888 – Madrid, 4.I.1977. Pintor y grabador.
Ya desde su infancia en Andalucía —Málaga y Écija (Sevilla)— dio muestras de sus dotes artísticas, por lo que a la temprana edad de doce años ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Desde entonces y hasta sus últimos años, mantuvo una constante vinculación con la institución académica. Iniciado en la pintura de paisaje junto a Antonio Muñoz Degraín, del que fue discípulo predilecto, concurrió a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en las que obtuvo varios galardones con cuadros de esa temática.
Pensionado entre 1909 y 1913 en la Academia Española de Bellas Artes en Roma, su estancia en la Ciudad Eterna imprimió un giro decisivo a su carrera.
El influjo de la pintura italiana del Renacimiento dejó una huella indeleble en su obra. En ese sentido, los cuadros de figura pintados en Roma .
revelan un marcado interés por los temas literarios. De entonces data una serie de composiciones cuya misteriosa melancolía intimista le aproximaron a la vertiente fantástica y sugerente del simbolismo. En la Academia de Roma surgió también su interés por la estampación, iniciándose allí su intensa dedicación al grabado.
Il venditore si racconta
Labrada Martín, Fernando. Periana (Málaga), 8.IX.1888 – Madrid, 4.I.1977. Pintor y grabador.
Ya desde su infancia en Andalucía —Málaga y Écija (Sevilla)— dio muestras de sus dotes artísticas, por lo que a la temprana edad de doce años ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Desde entonces y hasta sus últimos años, mantuvo una constante vinculación con la institución académica. Iniciado en la pintura de paisaje junto a Antonio Muñoz Degraín, del que fue discípulo predilecto, concurrió a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en las que obtuvo varios galardones con cuadros de esa temática.
Pensionado entre 1909 y 1913 en la Academia Española de Bellas Artes en Roma, su estancia en la Ciudad Eterna imprimió un giro decisivo a su carrera.
El influjo de la pintura italiana del Renacimiento dejó una huella indeleble en su obra. En ese sentido, los cuadros de figura pintados en Roma .
revelan un marcado interés por los temas literarios. De entonces data una serie de composiciones cuya misteriosa melancolía intimista le aproximaron a la vertiente fantástica y sugerente del simbolismo. En la Academia de Roma surgió también su interés por la estampación, iniciándose allí su intensa dedicación al grabado.
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