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Escrito por Tom | 23 de junio de 2023
Los libros infantiles son a menudo una de las partes más importantes en el proceso de crecer: contribuyen a la alfabetización, dan forma a las emociones y la creatividad. Y muchos libros infantiles e ilustrados importantes fueron escritos por autores queer, que siempre han existido, incluso aunque el público no se diera cuenta. Si bien muchos de estos escritores optaron por no hacer de su identidad el principio central de sus creaciones, sus experiencias vitales estuvieron en la base de gran parte de los escritos que publicaron. Con la ayuda del experto en libros Sebastian Arthur Hau, recordamos a algunos de los autores queer que nos dejaron algunos de los personajes más memorables de la ficción y que cambiaron la literatura para siempre.
Cuando la familia Mumin, de la serie sobre los Mumin de Tove Jansson, se mudó al pacífico Valle de los Mumin, se interpretó como nada más y nada menos que un recurso de la trama de Jansson para crear un mundo del que los lectores pudieran enamorarse. Pero muchas de sus decisiones literarias estuvieron impulsadas por sus experiencias vitales. En el caso de los Mumin, se cree que la elección de su ubicación fue en parte una respuesta directa al impacto de la II Guerra Mundial y las visiones del mundo fascistas y de Alemania en ese momento, y la necesidad de escapar de ellas. Si sentía que no podía encontrar un lugar en el mundo para sentirse segura, entonces había que crear uno nuevo.
La familia Mumin, el tercer libro sobre los Mumin de Tove Jansson.
Si bien es algo que puede parecer una respuesta natural para cualquier autor, la identidad queer de Jansson aporta una dimensión adicional y color a la historia de los Mumin, y representa una correlación con las obras infantiles y los autores queer. Con buena parte de la experiencia queer afirmada en torno a la seguridad —a menudo porque muchas personas queer no la tienen—, es lógico que algunos de los espacios más seguros sean los que se pueden crear e imaginar.
A través de la fantasía, y concretamente de la literatura infantil, algunas de las obras más atractivas y las historias más convincentes han sido soñadas por escritores queer, un hilo común que es importante cuando hay partes de la población mundial que tratan de prohibir que se cuenten historias queer a los niños. De hecho, en los Estados Unidos en concreto, la mayoría de los libros prohibidos se centran en historias queer, debido a motivos citados por los denunciantes, como la ideología de género y material sexualmente explícito; una etiqueta con la que a menudo se agrupa erróneamente la mayoría de la literatura relacionada con lo LGBTQ+.
Pero, durante mucho tiempo, los escritores queer han jugado un papel importante en el canon de la literatura infantil, quizás sin que la mayoría lo supiera. Si bien los libros modernos son más obvios en cuanto al mensaje que eligen presentar, obras más antiguas como las de los Mumin, Donde viven los monstruos y Rana y Sapo comparten algunos de los mismos temas relevantes para la experiencia queer —como la soledad, la compasión, la aceptación y la familia—, los cuales resulta beneficioso que el mundo conozca.
Tove Jansson es una de las autoras de literatura infantil más célebres de Finlandia, más conocida por sus cuentos tranquilos sobre la familia antropomórfica Mumin e historias sobre la vida en la isla con su pareja en El libro del verano y A Winter Book. También era queer, y fue el amor por su pareja, Tuulikki Pietilä, lo que influyó en gran parte de su escritura y en los temas de los Mumin.
Durante mucho tiempo, Jansson luchó contra su soledad y melancolía, provocadas no por una falta de compañía, sino por la ausencia de una pareja en la que sintiera que podía confiar. Pero en 1955 conoció a Pietilä en un club nocturno en París y conectaron. Casi dos años después, Tove escribió a Pietilä desde la isla de Bredskär, que usó como retiro, diciendo: “Finalmente estoy con la persona con la que quiero estar… Te amo. Estoy a la vez hechizada y llena de una gran calma y no me da miedo nada de lo que pueda depararnos la vida”. Su amor duró la mayor parte del siglo XX.
En 1955 Jansson ya había publicado cinco libros sobre los Mumin, pero su siguiente libro, La familia Mumin en invierno, supuso un ligero cambio en el sentido de que, si bien tocaba temas como la destrucción y la pérdida, también abría la puerta a un nuevo tipo de tema: el amor. Como escribe Tuula Karjalainen en su biografía de Tove Jansson “Tove Jansson: tee työtä ja rakasta”, La familia Mumin en invierno se centra en el hecho de comprender que todos debemos encontrar nuestro lugar en el mundo, así como en la belleza que hay en las cosas que tememos. Es una de las obras más tiernas de Jansson y un ejemplo de la sensibilidad por la que los escritores queer a menudo son elogiados en sus obras de ficción para adultos, y de cómo la diferencia y la alteridad pueden celebrarse en obras para niños.
Uno de los libros infantiles más populares, “Rana y Sapo”, no es a primera vista un ejemplo evidente de escritura queer. Pero según dijo la propia hija de Arnold Lobel en una entrevista para The New Yorker, fue uno de los primeros atisbos de su proceso para salir del armario; un hombre que reveló que era gay tarde en la vida y desafortunadamente murió en 1987 durante la epidemia de VIH/SIDA .
Rana y Sapo se centra, como cabría esperar, en la amistad entre una rana y un sapo. Si bien no se sabe que estos dos tipos de anfibios interactúen entre sí en el reino animal real, la obra de Lobel codifica la experiencia queer, es decir, la importancia de reconocer no solo nuestras diferencias, sino también nuestras similitudes, además de la belleza que puede formarse cuando así lo hacemos.
Tanto Rana como Sapo son del mismo sexo y entre ellos se forma compañía duradera, forjada a partir de la soledad, construida sobre los sentimientos. En las historias, como escribe un reportero de The New York Times, no hay presente una homosexualidad obvia, pero la delicadeza de los gestos que los dos personajes se dedican el uno al otro y la sensibilidad a la soledad, muestran “cómo la separación podría convertirse en solidaridad y acomodación de lo extraño”. Hay algo desconcertantemente bonito en los diálogos de Lobel, como cuando escribe: “Sapo se sentó y no hizo nada. Rana se sentó con él”. Habla del poder silencioso de tener a alguien que está ahí para ti, pese a todo.
Otro escritor queer celebrado por su contribución a la literatura infantil fue Maurice Sendak, más conocido por su obra “Donde viven los monstruos”. Sendak empezó como ilustrador, inspirado en Fantasía, de Disney, y finalmente se pasó a los libros infantiles, junto a su hermano. Estuvo 50 años con su pareja, Eugene David Glynn, y, aunque los dos nunca tuvieron hijos, lo que destaca en los escritos de Sendak son sus sagaces lecciones sobre la crianza de los hijos.
Gran parte de Donde viven los monstruos —un libro ilustrado en el que un niño se traslada a través de su habitación hasta una isla llena de monstruos— y “La cocina de noche” —un viaje surrealista de un niño en la cocina de un panadero— consiste en dejar que florezca la imaginación de los niños, en lugar de orientarla de acuerdo con nuestros propios gustos. En ambas obras hay rabia, soledad y evasión de la realidad, pero específicamente en Donde viven los monstruos, donde se habla no solo de la soledad que toca la experiencia queer, sino también de los lugares donde es posible encontrar catarsis.
Las obras de Sendak no estuvieron exentas de controversia —ambos libros han sido objeto de prohibiciones y críticas por contener representaciones de monstruos, fantasía e incluso desnudos—, pero su popularidad entre los niños a lo largo del tiempo ha demostrado que hay mucho que ha calado. Han servido como consuelo y vía de escape para niños que atraviesan sus propias fases de crecimiento y lo que significa enfrentarse a sentimientos que no siempre se entienden.
Con o sin libros infantiles, crecer es difícil para todos, y tal vez aún más para la comunidad LGBTQ+. Pero cuando se trata de dejar lecciones sobre cómo crecer en un mundo que a veces puede ser cruel, vale la pena buscar escritores queer; no siempre han tenido las respuestas, pero a menudo tenían las palabras adecuadas para ayudar a todos a encontrarlas.
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